Mi viaje a Auvers fue algo inesperado; la intención era ir a visitar la abadía de Maubuisson (fundación de Blanca de Castilla) y tirarme allí todo el día haciendo fotos y tomando notas. Gracias a que abre a partir de las 14 h. planifiqué mi excursión de otra manera. Miré por internet qué pueblos había cerca y descubrí con sorpresa que Auvers, el pueblo que tanto inmortalizó Van Gogh, estaba a apenas diez minutos. Es un pueblo pequeñito, supongo que en verano estará abarrotado de turistas, pero en pleno mes de noviembre se respira tranquilidad y da gusto pasear por sus pequeñas calles.
Van Gogh vino a pasar el final de su vida a este pueblo aconsejado por su hermano Theo y por el dr. Gachet, quien le cuidaría en los últimos meses.
Ésta fue la casa del artista, el Auberge Ravoux.
El mismo sitio, por un lateral.
A lo largo del pueblo te encuentras láminas con los cuadros de su última época y reconoces los rincones y paisajes que pintó.
Éstas son algunas casas y vistas que me gustaron.
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